miércoles, 2 de septiembre de 2009

Negociación y Máquinas de Poder


Tercera y última parte


Finalizamos con la publicación de este interesante material de Cristián Vila Riquelme *.


“LA VIDA SON LAS MÁSCARAS
El “todavía no” es la libertad como problema, reconocer una no resolución que debe resolverse siempre a futuro. La libertad pensada como líneas de fuga, como estando relacionada con la negociación, es el reconocimiento de una no resolución, simplemente. Sin grandes objetivos (el futuro) sino que devenires, no yendo hacia ninguna parte (lo que para los amos es insoportable), el negociador no está del lado del absoluto sino que del lado de la vida, y la vida entendida como plenitud, como pura afirmación, no como objeto de control. La libertad como absoluto es la libertad encajonada en la noción de pureza y por eso la negociación no es pura, porque la pureza es la expresión del campo de la simetría o del resultado.
Cuando se habla de líneas de fuga hay que pensar, inmediatamente, en las posibilidades de existencia de espacios de creación o en la multiplicación de transversales que nos lleven de un punto a otro de la máquina social. La gran libertad es siempre lo que hay que conquistar y toda conquista es siempre una invasión. La libertad como conquista es el discurso de los amos y, al final, es sólo conquista, modo de paralizar, de detener, de fijar algo ahí, de negar el movimiento. Conquistar es tener un objetivo: paralizar el cuerpo invadido, porque el otro es siempre un enemigo. Por eso, el otro no es aquí más que un problema que resolver, un cuerpo que hay que negar en tanto movimiento o pura superficie sin límites.

Cuando se habla de líneas de fuga, de falerías, de disimulación, de transversales –de adyacencias- se abandona cualquier objeto de conquista o de violencia, cualquier noción de territorio, de frontera, de patria, de márgenes (el margen es todavía territorio, “respeto” de la demarcación de éste, de la designación del amo). Y la negociación es así puro desplazamiento: un desplazarse desplazando el problema; un ser-pez que “no va” a ninguna parte; un abandono de las grandes palabras, de todo escándalo o indignación. El negociador sabe que la vida son las máscaras y que la libertad no es más que experimentar el movimiento, porque se la reconoce en tanto que puro medio (el placer), polimorfia, pluralidad. En otras palabras, la libertad experimentada como génesis eterna, como devenir activo, no será jamás la libertad de los mártires, porque hay que saber que, a pesar del Malentendido imperante para controlar la vida, y como lo dice bellamente Gilles Deleuze: “La vida deviene resistencia al poder cuando el poder toma por objeto la vida.”
*Escritor y Doctor en Filosofía.
Horcón, Valparaíso. Chile.
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sábado, 15 de agosto de 2009

Negociación y Máquinas de Poder



Parte dos

Paul Klee
Héroe alado

¿Qué significa que haya una recordación del “Padre de la Patria”?
¿Es acaso otro “dispositivo maquinal psíquico de dominación”? ¿Es un “negociar” con lo emocional cómplice de la abdicación social?
José de San Martín, “el más grande libertador” de “las Américas”, superior a Simón Bolivar, al decir de “serios historiadores” ha fallecido el 17 de agosto de 1850. Día en que se lo recuerda en la Argentina.
Justamente y sin obviamente mencionarlo, sobre estas cuestiones “heroicas y de mártires” refiere el artículo que compartimos.
Es que los “pequeños sujetos” también tiene un gran lugar que pueden ocupar.

© Ricardo Duró
16.Ago.2009

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En el fondo, la moral del mártir es moral
de “lo que falta”, es decir, de la moral.
Niegan la vida por una ilusión;
del lado del resentimiento y del ideal ascético
(en el sentido nietzscheano)
hacen de la vida lo que ella no es:
un Cero, una falta, un “ideal”.

EL ESPACIO DE LAS PEQUEÑAS GENTES
La negociación: no ceder nada a través de un desplazamiento del problema, pero, también, siendo campo de lo múltiple y de las metamorfosis –de lo discontinuo-; es decir, siendo lo contrario a la determinación de lo fijo o de lo designado. La negociación, por eso, no será nunca lineal ni continua sino que equivoca y cambiante; es el espacio donde habitan “las pequeñas gentes”.
Reconocimiento de lo irreconciliable, la negociación no es ni moral ni pura y, al mismo tiempo, es todo y nada. Como no hay reconciliación se negocia. Los que buscan la reconciliación suelen ser los mártires: como no la encuentran buscan morir, manera de “reconciliarse” con lo irreconciliable. Pero manera, también de acusar la vida. En el fondo, la moral del mártir es moral de “lo que falta”, es decir, de la moral. Niegan la vida por una ilusión; del lado del resentimiento y del ideal ascético (en el sentido nietzscheano) hacen de la vida lo que ella no es: un Cero, una falta, un “ideal”.
La negociación dice que no hay reconciliación posible. El negociador está más bien del lado de los sofistas: no se apasiona más que por los medios. Así, en el reconocimiento de lo irreconciliable la negociación no es heroica ni grandiosa ni excepcional (palabras que siempre están en boca de los amos), sino que se la encuentra del lado menor de las cosas. Maquinación y disimulación –máquinas al interior de la máquina-, la negociación es opción de vida: la libertad puede experimentarse aquí y ahora como varias salidas o líneas de fuga.
Dicen que Diógenes “alababa a los que debían casarse y no se casaban, a quienes tenían que ir al mar y no iban, a los que debían criar niños y no lo hacían, a los que se preparaban para frecuentar a los poderosos y nunca los frecuentaron. Decía que había que tenderle la mano a los amigos sin cerrar los dedos”. Reconocimiento de lo irreconciliable, la negociación es también disimulación en el sarcasmo, de lo diluido en lo ambiguo, del “cambio de juego”. Así también dicen que, después de tomarlo prisionero y vendido, preguntaron a Diógenes lo que sabía hacer: “Respondió: ‘Mandar’ y grito al heraldo: ‘Pregunta quien quiere comprar un amo”.
Aquí tenemos lo diluido en lo ambiguo, el desplazamiento en el sarcasmo, el sarcasmo o el humor en la disimulación, y una vez más, el “cambio de juego”. La imagen del desplazamiento sería la de un pez venenoso. Deleuze y Guattari: “Producción de cantidades intensivas en el cuerpo social, proliferación y precipitación de series, colecciones polivalentes y colectivas”.
Al lado opuesto, la rigidez de los partidarios de las grandes palabras –de los metarrelatos- y que está estrechamente relacionada con la verticalidad del discurso de los amos. Por otro lado (o el mismo), los partidarios de la enseña no reconocen jamás la desmesura de la naturaleza –la “mesura” no está en la naturaleza, sino que es una noción “humana, demasiado humana”- y buscan la “normalidad” y el orden de las cosas en una verdad trascendente, unívoca, absoluta. Nada de “engaños” sino que posiciones “claras y distintas”, o bien, engaños en vista de un fin que todo lo justifica. El malentendido del poder está en decir que hay un lenguaje –una forma de vida- más allá de la vida misma.
Maquiavelo decía que un amo “debe saber a la vez combatir como hombre y como bestia”, y continuaba: “los animales de los que el Príncipe debe saber tomar las formas son el zorro y el león. El primero se defiende mal contra el lobo y el otro cae fácilmente en las trampas que se le tienden. El Príncipe aprenderá del primero a ser astuto y del otro a ser fuerte”.
Análogamente el negociador deberá conocer el punto de vista o el juego del amo, de tal manera de contar con un espacio más amplio donde negociar. Dejando de lado toda indignación (toda moral), el negociador se disfraza, también, de zorro y de león, pero entra en el simulacro metamorfoseado en un pez que “no va” a ninguna parte. Es un pez que se desplaza siempre y, por eso, desplazará el problema porque desplazándonos es que experimentamos la libertad como múltiples libertades paralelas; el amo nunca querrá la libertad concreta sino que la abstracción de la misma, lo que, de paso, le permite preservar su lugar.
El discurso del Poder –el Malentendido que utiliza- resulta de la proposición “todavía no”: manera de distraer al cuerpo social del “ahora” con un fin, en última instancia, inalcanzable. Se le desvía hacia una ficción que negando la vida legitima al Poder. Por eso, la negociación exige paciencia, y es aquí donde entra la noción de negociación perpetua. El problema no está resuelto; porque no hay reconciliación es que no hay resolución. Sin embargo la salida existe en la medida en que la negociación es el reconocimiento de lo irreconciliable. Ejercemos la negociación porque no nos interesan ni los grandes objetivos ni los grandes fines, sino que solamente los medios para desplazar el problema. Encontrar una salida no es un fin en sí, sino que una posibilidad de encontrar espacios de libertad al interior de la máquina social.”

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Seguiremos con Vila Riquelme…
* Cristián Vila Riquelme (Villa Alemana, 1955) Narrador, poeta y ensayista chileno.Fue discípulo del filósofo Juan Rivano en el antiguo Pedagógico de Santiago de Chile. En 1975 se exilió a París, donde ejerció los más diversos oficios y obtuvo un doctorado en Filosofía Política por la Universidad de París-La Sorbonne. Regresó a Chile en julio de 1991, radicándose en la caleta Horbón. Ha ejercido de columnista en el suplemento Artes y Letras del diario El Mercurio y ha sido colaborador de la revista Rocinante. Es catedrático de Introducción al Pensamiento Contemporáneo en la Escuela de Cine de Chile/Academia de humanismo cristiano. Su obra ha sido incluida en varias antologías de cuento y poesía.

sábado, 25 de julio de 2009

Negociación y Máquinas del Poder

Lentamente, como suele ocurrir con el pensar.
Dedicadamente, como suele ocurrir con el amar.
Así, transcurre el existir de montañas y mares, de soles, gusanos, células y virus. Aún cuando algunos sean extremadamente rápidos para la dimensión existencial humana.

En esta dinámica, el Poder de lo humano tiene sus tiempos. Que, como corresponde a su “esencia”, es insustancial a la razón… y peligroso para el existir del sujeto.
¿Tiempo?

“Un fuerte viento no puede
durar toda una mañana.
Una lluvia torrencial no puede
durar todo un día”.

Lao Tse
Tao Te King

Este blog no tiene una dinámica ordenada. Pero si tiene la determinación de generar “cada vez que se pueda” el posteo que mantenga las “neuronas agitadas”.
Es el caso de hoy y dos o tres entregas más, referidas al tema que ha desarrollado Cristián Vila Riquelme *

Publicaré párrafos. Dialogaré con sus ideas, reflexiones y líneas de fuga, quizás.
Será un ejercicio dificultoso, pues Vila Riquelme se me presenta (recién he tomado contacto con sus textos hace unos días) con agudeza estimulante y profunda.

Posteriormente llegará un “cruce” con Deseo y placer, de Deleuze… Será algo más conocido.
© Ricardo Duró
25.Jul.2009

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Entrar, salir de la máquina, estar en la máquina:
son los estados del deseo independientemente
de toda interpretación.
La línea de fuga forma parte de la máquina (…)
El problema no es ser libre sino encontrar una salida,
o bien una entrada o un lado,
una galería, una adyacencia.
Giles Deleuze, Felix Guattari


Al lado opuesto de la negociación, la moral de la enseña: rígida, como la moral misma, se queda “tiesa”. La enseña sería prueba aquí de que “falta algo” que sólo puede ser representado a través de ella. Región del negativo, del Gran Cero, la enseña está fuera de la vida: los partidarios de la enseña quieren “otra vida”. La enseña es moral (es decir, “falta de algo”) y por eso viene del miedo a la caída y conduce a él, que, a su vez, es experiencia de la Falta.
Combate reactivo aquel de la enseña: ella responde a la cuestión que establecen los amos, legitimándolos. La enseña, situada en el espacio de la simetría y del símbolo por el que vale la pena morir, está al interior del discurso de los amos. La rigidez de la enseñanza permite el juego del amo que es siempre el de la conquista – una invasión -, es decir, forzar un territorio cualquiera a someterse. Y el quedarse fijo hace posible un territorio conquistable, legitima la conquista (o conquisto o soy conquistado) Quienes son partidarios de la enseña están en la no negociación, en el discurso generalizador, totalizante, “verdadero”, están al interior del sistema lineal de los amos, es decir, no se desplazan ni desplazan el problema. Son partidarios de la territorialización, de las fronteras, de los límites, de los márgenes y son ajenos a la vida, lo que permite a la enseña a existir. Por eso, también es que la enseña es repetitiva en un sentido mecánico, es decir, es el retorno de lo Mismo.
Galileo es el ejemplo, por excelencia, de la negociación. Cuando su pensamiento lo arriesga a ser condenado, negocia su libertad. Frente al tribunal de la Inquisición opta por desdecirse puesto que sabe, secretamente, que “epour si muove”. Palabras enigmáticas si se quiere, aunque son toda una forma política de disimulación.

Ahora bien, hay dos figuras de la negociación galileana que dejan su importancia: desdecirse (no ser rígido, no quedarse fijo) y reafirmar, fuera de peligro, lo que ya sabe y de lo que jamás se ha “arrepentido”. Porque la negociación es, en realidad, no ceder nada. Pero en estas dos figuras aún hay cosas que considerar: se desdice sin ceder nada porque el desmentido pertenece a la región de las disimulaciones, y lo hace porque posee algo firme y sólido, que no es una espada. Reafirma lo que negoció (su propia libertad) o si se prefiere, disimulándose, diciéndolo sin decirlo. El modo de reafirmarlo es también negociación: hay una manera negociadora de reafirmar, de afirmación.La negociación galileana es región de afirmación y reafirmación. De afirmación en tanto al interior de la vida concreta: no se trata allí de una libertad futura, abstracta, posible, sino de un hic et nunc. De reafirmación, porque negociando no sólo no se abandona nada, sino que, por el contrario, desplazándose se permite a lo que no se ha abandonado revertir la situación.
Galileo no es un mártir. El negociador es lo contrario de un mártir. Un mártir es aquel que se queda fijo y se muere para probar la verdad de su verdad. Porque un mártir es alguien que, en el fondo, desprecia demasiado la vida; la desprecia desde el momento que muere y quiere morir para probar algo que necesita ser demostrado por la muerte. Un mártir está siempre al interior del discurso de los amos (poco importa si, en última instancia lo quería o no), y los amos quieren mucho a los mártires. Lyotard: “El mártir dice: es verdadero ya que muero; mi verdad no es de este mundo (…) Los amos quieren mucho a los mártires, incluidos a sus adversarios. Pero la fuga de Protágoras hace pensar en aquella del joven Horacio: no se trata sólo de salvar su vida sino de poder darse vuelta y dar vuelta la situación”. Galileo, guardando la vida (“dándose vuelta”), conserva la posibilidad de revertir (dar vuelta) la situación, lo que está secretamente contenido en el “epour si muove”.
El partidario de la enseña, como se quiere absoluto, trascendente, rígido, no reconoce al otro más que como problema. Se quiere como absoluto porque designa un lugar, determina un frente, y por eso el mártir es la figura indisociable a la enseña. Nada de disimulación, nada de máscaras, sino que la transparencia de la “pureza”, la enseña implica estar en posición, frente a. Es un discurso lineal, unívoco. Determinado y por eso tiene que ver siempre con la conquista.
El mártir impone “su verdad” por medio de su muerte. El negociador dirá, utilizando “la fuerza de los débiles” de la que habla Lyotard: “Contentémonos de reconocer en la disimulación lo que buscamos, la diferencia en la identidad, el azar del encuentro en la precaución del componente, la pasión en la razón –entre los dos, tan extraños entre sí, la más estrecha unidad: la disimulación”. Es decir, el reconocimiento de la diferencia, de lo irreconciliable, de lo múltiple, de lo discontinuo, del movimiento “a pesar” de los amos.”

domingo, 28 de junio de 2009

¿Seremos violentos por naturaleza?





Rescatamos un artículo publicado en El País hace ya algunos años. La pertinencia de su temática y el foco responsable de su factura son innegables. Aun cuando puede no acordarse en lo medular.

“Hay dos cosas infinitas: el Universo y
la estupidez humana.
Y del Universo no estoy seguro.”
Albert Einstein
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El mito de la violencia humana

Ashley Montagu

¿Por qué está el mundo tan lleno de agresividad? ¿Por qué son tan frecuentes la hostilidad y la crueldad entre los seres humanos? ¿Por qué se amenazan entre sí las naciones con el exterminio nuclear? ¿Por qué aumenta la delincuencia prácticamente en todas partes? ¿Cuál puede ser la respuesta? La más cómoda es, desde luego, afirmar que el ser humano es un ser imperfecto, nacido en pecado y agresivo por naturaleza. Además, esta explicación es satisfactoria para casi todo el mundo, porque a quien nace predeterminado no puede culpársele por su forma de comportarse.
Muchos escritores, científicos, dramaturgos y cineastas han apoyado la concepción de la supuesta maldad innata del ser humano. Si por todas partes se manifiesta la violencia y la agresividad, ¿cómo podemos negar que la agresividad sea instintiva, que pertenezca a la propia naturaleza humana? Así se llega a una explicación. La explicación que lo explica todo.
La verdad es, sin embargo, que una interpretación tan gratificante nos hace sentirnos muy tranquilos, nos libera de toda culpabilidad, nos exime de la responsabilidad de hacer todo lo que podamos para reducir la violencia que se manifiesta en nuestra convivencia y en el mundo en general. Pero las respuestas que lo explican todo, de hecho no explican nada. Como escribió el gran filósofo inglés John Stuart Mill, "de las posibles maneras de eludir las influencias de la moral y la sociedad sobre la mente humana, la más corriente es la de hacer responsable de las diferencias de comportamiento y carácter a diferencias naturales innatas".
Permítasenos, por tanto, analizar lo que algunos conocidos escritores y otras personalidades relevantes han dicho sobre el tema de la violencia humana; y veamos después si estas opiniones pueden mantenerse a la vista de los hechos.
William Golding cuenta en su novela El señor de las moscas la historia de un grupo de niños en edad escolar abandonados en una isla, que se convierten en arquetípicos salvajes y comienzan a perseguirse unos a otros. Golding dice que su novela es "un intento de analizar los defectos de la sociedad a la luz de los defectos de la naturaleza humana". Pero la verdad es que no busca las razones de nada; simplemente, parte de la idea de que tanto la sociedad como la naturaleza humana están programadas para la crueldad, el sadismo y el crimen.

Instinto de muerte
A la vista de su brillante y terrible narración, es verdaderamente difícil sostener que los hechos reales que se han producido en situaciones parecidas a la descrita en la novela de Golding no apoyan sus conclusiones. Por ejemplo, a comienzos de los años sesenta, durante un viaje rutinario de una isla a otra, unos melanesios dejaron en un atolón seis o siete niños de edades comprendidas entre dos y doce años, con la idea de recogerlos poco después; pero sobrevino una tormenta que les impidió regresar hasta pasados varios meses. Cuando los niños fueron rescatados se descubrió que se habían portado a las mil maravillas: habían aprendido a buscar agua potable, se alimentaban sobre todo de pescado, eran capaces de construir refugios y, en líneas generales, habían construido una comunidad en buena convivencia, sin luchas, peleas ni problemas de liderazgo.
Konrad Lorenz, el investigador austriaco que fue premio Nobel por sus trabajos sobre el comportamiento animal, se esforzaba por demostrar en su muy leído libro sobre la agresión que el intinto de lucha humano dirigido hacia sus congéneres es la causa de la violencia contemporánea. Antes que él, Freud había defendido la misma idea con la definición del instinto de muerte, que orientaba el comportamiento del hombre hacia la destrucción y la guerra. El dramaturgo Robert Ardrey defendió la misma tesis en sus libros "African Genesis (Génesis en Africa)", "The territorial imperative" y otros. Y el etnólogo Desmond Morris llegó aún más lejos en su libro "El mono desnudo" afirmando que "es una tontería que debatamos sobre controlar nuestros sentimientos de territorialidad y agresividad", ya que nuestra propia naturaleza, puramente animal, "nunca lo permitirá".
Desgraciadamente, la mayoría de los escritores que han tratado el tema de la naturaleza humana han sido incapaces de discriminar entre sus prejuicios y las leyes de la naturaleza humana. Otro de estos prejuicios consiste en creer que el comportamiento agresivo del hombre es instintivo. No hay en parte alguna pruebas de ninguna clase de que los seres humanos tengan verdadero instinto. Y, por otro lado, hay muchas pruebas de que todo comportamiento agresivo -como todo comportamiento profundamente humano- es aprendido.
La característica más destacada de la especie humana es su educabilidad, el hecho de que todo lo que sabe y hace como ser humano ha de aprenderlo de otros seres humanos. Y esto lo ha ido aprendiendo en sus cuatro millones de años de evolución, a partir del momento en que los hombres hubieron de abandonar la vida en los árboles -que escaseaban a causa del descenso de lluvias- y asentarse en llanuras abiertas donde tenía que cazar para subsistir. En la caza son muy importantes la cooperación, la capacidad para solucionar rápidamente los problemas imprevistos y la adaptabilidad. Los instintos que predeterminaran el comportamiento no hubieran tenido ninguna utilidad en el nuevo nivel de adaptación hacia el que los seres humanos habían evolucionado: la parte aprendida, hecha por el ser humano, del entorno; en otras palabras, la cultura. Lo que hacía falta era saber cómo abrirse paso en un entorno creado por el hombre, y las reacciones biológicamente predeterminadas resultaban inútiles ante situaciones para las que habían sido pensadas ni eran apropiadas. Hacían falta respuestas, no reacciones; era preciso crear soluciones ante los nuevos y siempre cambiantes desafíos del entorno.
El instinto constituye un tipo de inteligencia recurrente que otras criaturas poseen y que las hacen mantenerse siempre en el mismo lugar en la escala biológica. Pero no es eficaz en el versátil entorno humano: ésta s la razón por la que los humanos no tenemos instintos de ninguna clase. La especialidad del ser humano es ser no especializado, capaz de adaptarse a lo imprevisto, maleable y flexible.
De la misma manera, las condiciones en que se desarrolló la evolución del ser humano a lo largo de los últimos miles de años hicieron muy importante la capacidad de cooperación.
Los grupos humanos eran muy pequeños hasta hace aproximadamente 12000 años; los constituían entre 30 y 50 individuos. En tales sociedades, cuyas actividades principales eran la recolección y la caza, la ayuda mutua y la preocupación por el bienestar de los demás -la cooperación- no sólo eran muy valoradas, sino que constituían condiciones estrictamente necesarias para la supervivencia del grupo. Los individuos agresivos no hubieran prosperado en tales sociedades. Por tanto, es muy improbable que pudiera haberse desarrollado algo parecido a un instinto de agresión, y mucho menos un instinto de territorialidad.
Por lo que al instinto de territorialidad respecta, conviene señalar qu ninguno de los grandes simios (ni el gorila, ni el chimpancé, ni el orangután) ni la mayoría de los monos que han sido estudiados poseen tal instinto. Sin embargo, como estos hechos contradicen las teorías de Ardrey, Morris y Lorenz, ellos los pasan por alto alegremente. Estos escritores escogen, a menudo, exclusivamente los aspectos de la realidad que vienen a demostrar sus teorías, aunque estos sean forzados o simplemente erróneos.

Falsas interpretaciones
Resultaría imposible examinar aquí los muchos errores en que incurren los citados escritores, pero sus teorías han sido estudiadas en detalle y rebatidas en mi libro "La naturaleza de la agresividad humana" y en otros dos volúmenes de los que he sido editor, "Man and agression" y "learning non-agression". Aquí sólo es posible analizar algunos de los errores y falsas interpretaciones en que caen estos escritores.
Tratando de demostrar que la agresividad es algo inherente a la naturaleza humana, Lorenz cita un estudio sobre los indios norteamericanos Utas, argumentando que "llevan una vida salvaje basada casi enteramente en la guerra y las razzias" y que, por consiguiente, "debe haber habido entre ellos un proceso muy intenso de selección, que ha dado como resultado un nivel de agresividad muy alto". Lorenz añade que "es bastante probable que esto produjera cambios en la herencia genética... en un período de tiempo corto". La violencia, los homicidios, los suicidios y las neurosis son para Lorenz pruebas de la agresividad innata de los Utas.
Pero el profesor Omer Stewart, máxima autoridad científica que ha estudiado esta tribu, ha demostrado que Lorenz está bastante equivocado. Ni los Utas fueron nunca belicosos ni estuvieron dominados por la violencia, la muerte, el suicidio y la neurosis. Lorenz habla repetidas veces de la belicosidad del hombre primitivo, pero no existe ninguna prueba de esto, e incluso es muy probable que no tuviera el más mínimo espíritu guerrero. Si el hombre primitivo hubiera sido belicoso no habría sobrevivido durante mucho tiempo, dado que el número de individuos que formaban los pueblos cazadores-recolectores era pequeño.

El mito de la territorialidad
Las pruebas que tenemos señalan que las guerras -esto es, los ataques organizados de un pueblo a otro- no comenzaron a producirse hasta el desarrollo de las comunidades urbanas, hace no más de 10.000 años.
Por lo que hace a la territorialidad, defendida por Ardrey como una tendencia innata a ocupar y defender un territorio exclusivo, se trata de un mito más. Los seres humanos se comportan de muchas y muy diferentes maneras en lo relativo al territorio.
Algunos están apegados a sus territorios y defienden celosamente sus fronteras; otros, como los esquimales, carecen del sentido de la propiedad territorial y reciben bien a cualquiera que decida instalarse entre ellos. Los pueblos cazadores-recolectores viven a menudo sobre territorios cuyas fronteras se superponen y éstas nunca son motivo de conflicto de ninguna clase. Hay otros grupos tribales que se adaptan pacíficamente a la invasión de sus tierras marchándose a otro lugar. Para otros no constituye ningún problema abandonar sus tierras para ir a otras más adecuadas a sus objetivos.

Los grupos y la agresividad
En esencia, unas sociedades tienen sentido de la territorialidad y otras no. Y esto no tiene nada que ver con la tendencia o instinto, y sí mucho con lo que esos pueblos han aprendido a pensar y sentir sobre el territorio.
Morris habla de los grupos como un elemento que provoca las reacciones agresivas. La agresividad que en ellos surge no es una reacción, sino una respuesta; no es innata, sino aprendida. Los grupos en sí mismos no provocan la agresividad. Los indios asiáticos, los todas y los bihor del sur de la India, los hadza de África, los punan de Borneo, los pigmeos de la selva de Ituri, los arapesh del río Sepik (Nueva Guinea), los yamis de la isla de Orchid (cerca de Taiwán), los hopi y zuni de Norteamérica y otros muchos pueblos, como los tasaday de Mindanao (Filipinas), son comunidades no agresivas. Se podría decir, por supuesto, que tales pueblos han aprendido a controlar su agresividad innata. Pero esto implicaría asumir que existe algo así como un agresividad no aprendida, un deseo natural de herir a los demás. Hasta que alguien pueda darnos una mínima prueba de tal cosa, parece más razonable pensar -basándonos en las pruebas reales que tenemos- que no había una agresividad innata en un principio y que los citados pueblos no agresivos son así porque no han aprendido a reaccionar con agresividad ante ninguna situación.
Los hechos demuestran que el ser humano no nace con un carácter agresivo, sino con un sistema muy organizado de tendencias hacia el crecimiento y el desarrollo en un ambiente de comprensión y cooperación. Hay pruebas de que las tendencias humanas básicas están dirigidas hacia el desarrollo a través de la capacidad para relacionarse con los demás de manera cada vez más amplia y creativa, haciendo más fácil la supervivencia. Cuando estas tendencias básicas de comportamiento se frustran, los seres humanos tienden hacia el desorden y a convertirse en las víctimas de los otros humanos igualmente afectados por estos desajustes.

La salud es la capacidad de ser humano
La salud es la capacidad para amar, para trabajar, para jugar y para usar la propia inteligencia como una herramienta de precisión. Los humanos han nacido para vivir, como si vivir y amar fueran una misma cosa. Para amar hay que aprender a amar y sólo se aprende a hacerlo cuando se es amado. El afecto es una necesidad fundamental. Es la necesidad que nos hace humanos. De ahí que una persona que no haya sido así humanizada durante los seis primeros años de su vida padezca un proceso de deshumanización que le lleva a comportamientos destructivos, aprendidos en un intento desordenado y equivocado de adaptarse a un mundo también desordenado y provocador de tensiones. De estos desórdenes surgen toda la agresividad y los enfrentamientos violentos, tanto a escala individual como colectiva.
Muchos profetas apasionados han predicado largamente las virtudes del amor, pero pocos han señalado por sí mismos el camino. El significado de una palabra radica en los actos en que se manifiesta; al amor se le ha atribuido una significación ritual, pero casi nunca ha expresado su significado real como compromiso en el sentido de algo que se practica, de algo que es parte de nuestro comportamiento diario. Recordemos siempre que la humanidad no es algo que se hereda, sino que nuestra verdadera herencia reside en nuestra capacidad para hacernos y rehacernos a nosotros mismos. Que no somos criaturas, sino creadores de nuestro destino.

domingo, 21 de junio de 2009

La lucha de clases y la propaganda imperial













Las elecciones iraníes: el timo del robo electoral
por James Petras

El análisis de la elección presidencial iraní, en vista de las anteriores votaciones y de las encuestas encargadas por los Estados Unidos, no deja ninguna duda de que Mahmoud Ahmadinejad es ampliamente reelegido. Esto no es sorprendente, observa el profesor James Petras: el pueblo votó a favor de un nacional-populista, mientras que sólo las élites occidentalizadas han votado a favor del candidato liberal, querido de los medios de comunicación occidentales. El mismo fenómeno se ha observado en otros países.

“Para los pobres, el cambio significa alimento y empleo,
no un código más permisivo en el vestir o el ocio…
La política en Irán tiene mucho más que ver
con la lucha de clases que con la religión”.

Financial Times, editorial
(15.6.2009)

Introducción
No hay prácticamente unas elecciones en las que la Casa Blanca tenga algo en juego, en las que la derrota electoral del candidato pro estadounidense no sea denunciada como ilegítima por toda la élite política y de los medios de comunicación. Últimamente, la Casa Blanca y sus seguidores proclamaron que había fraude en las elecciones libres (y supervisadas) celebradas en Venezuela y Gaza, a la vez que celebraban alegremente el éxito electoral en Líbano, a pesar de que la coalición liderada por Hezbolá recibió más del 53% de los votos.
Las elecciones iraníes del pasado 12 de junio son un ejemplo clásico: el candidato nacionalista-populista, Mahmoud Ahmadineyad, recibió el 63,3% de los votos (24,5 millones), mientras que el candidato de la oposición, apoyado por los países occidentales, Hosein Musaví recibía el 34,2% (3,2 millones).
Estas elecciones alcanzaron una participación récord de más del 80% del electorado, con un número de votos provenientes del extranjero de 234.812, de los que 111.792 fueron a parar a Musaví y 78.300 a Ahmadineyad. La oposición liderada por Musaví no aceptó la derrota y organizó una serie de manifestaciones masivas que desembocaron en actos de violencia, como quema y destrucción de automóviles, bancos, edificios públicos y confrontaciones armadas con la policía y otras autoridades. Casi todo el espectro de comentaristas occidentales, entre otros los de los principales medios impresos y electrónicos, y los principales sitios Internet de tendencia liberal, izquierdista, libertaria y conservadora, se hicieron eco de la afirmación de la oposición de fraude electoral a gran escala. Los neoconservadores, los conservadores libertarios y los trotskistas se unieron a los sionistas para aclamar a los manifestantes de la oposición como avanzadilla de una revolución democrática. Demócratas y republicanos condenaron al gobierno iraní, se negaron a reconocer los resultados de la votación y dieron respaldo a los esfuerzos de los manifestantes por revocar el resultado electoral. El New York Times, la CNN, el Washington Post, el ministerio de Asuntos Exteriores de Israel y todos los líderes de las principales organizaciones judías estadounidenses pidieron sanciones más duras contra Irán y anunciaron la defunción del diálogo propuesto por el presidente Obama con Irán.

El timo del fraude electoral
Los líderes occidentales rechazaron los resultados porque sabían que su candidato reformista no podía perder… Durante meses publicaron diariamente entrevistas, editoriales e informes desde el terreno detallando los fallos del gobierno de Mahmoud Ahmadineyad y citando el apoyo aportado por los clérigos, ex funcionarios, comerciantes y sobre todo mujeres y jóvenes urbanos que hablan inglés, con el fin de probar que Hosein Musaví iba a ganar con toda facilidad. La victoria de éste se describía como la de las voces de la moderación, es decir, la versión de la Casa Blanca de este vacío tópico. Destacados académicos progresistas dedujeron que el recuento de los votos fue fraudulento porque el candidato de la oposición, Musaví, perdió en su propio enclave étnico azerí. Otros académicos aseguraron que el voto joven –basándose en entrevistas con jóvenes universitarios de clase media y alta de los barrios del norte de Teherán– estaban abrumadoramente a favor del candidato reformista.
Lo que resulta asombroso de la condena occidental general de los resultados electorales por fraude es que no hay ni asomo de pruebas sobre papel o fruto de la observación presentadas antes o una semana después del recuento. Durante toda la campaña electoral, no hubo ninguna acusación creíble (o incluso dudosa) de manipulación de votos. Mientras los medios occidentales creían su propia propaganda de una inminente victoria de su candidato, describían un proceso electoral altamente competido, con encendidos debates públicos y niveles sin precedentes de actividad pública, sin ningún obstáculo para el proselitismo. La creencia en una elección libre y abierta era tan fuerte que los líderes y los medios occidentales estaban convencidos de que ganaría su candidato favorito.

Los medios occidentales confiaban en sus reporteros que cubrían las grandes manifestaciones de los seguidores de la oposición, a la vez que ignoraban o quitaban importancia a las favorables a Ahmadineyad. Peor aún, los medios occidentales no prestaban atención a la composición de clase de las diferentes manifestaciones, sin percatarse de que el candidato presidente recibía el apoyo de la mucho más numerosa clase trabajadora pobre, los campesinos, los artesanos y los funcionarios, mientras que el grueso de las manifestaciones de la oposición estaba formado por estudiantes de clase media y alta y miembros de la clase profesional y de negocios.
Además, la mayor parte de las proyecciones de los líderes de opinión y reporteros occidentales basados en Teherán eran extrapolaciones de sus observaciones en la capital, y pocos fueron los que se aventuraron en las provincias, las poblaciones pequeñas y medias y los pueblos, donde Mahmoud Ahmadineyad tiene su base de apoyo. Asimismo, los seguidores de la oposición eran una minoría de estudiantes fácilmente movilizables para realizar actividades de calle, mientras que el apoyo de Mahmoud Ahmadineyad contaba con la mayoría de los jóvenes trabajadores, hombres y mujeres, y amas de casa, que expresaron su opinión ante las urnas y no tenían tiempo o ganas de participar en la política de la calle.
Una serie de expertos periodísticos, entre otros Gideon Rachman del Financial Times, afirma como evidencia del fraude electoral el hecho de que Mahmoud Ahmadineyad consiguiera el 63% de los votos en una provincia de lengua azerí, contra su oponente Musaví, de la etnia azerí. La suposición simplista es que la identidad étnica o la pertenencia a un grupo lingüístico es la única explicación posible del comportamiento electoral, y no otros intereses sociales o de clase.

Una mirada más atenta al comportamiento electoral en la región de Azerbayán oriental iraní revela que Musaví ganó sólo en la ciudad de Shabestar entre las clases alta y media (y solo por un estrecho margen), mientras que fue derrotado estrepitosamente en las zonas rurales, en las que las políticas redistributivas del gobierno han contribuido a que los azeríes se librasen de las deudas, obtuviesen créditos asequibles y préstamos para los campesinos. Musaví ganó, es cierto, en la región de Azerbayán occidental, donde utilizó sus vínculos étnicos para conseguir el voto urbano. En la provincia de Teherán, densamente poblada, Musaví ganó a Mahmoud Ahmadineyad en los centros urbanos de Teherán y Shemiranat gracias a los votos de los distritos de clase media y alta, mientras que perdió por mucha diferencia en los suburbios cercanos de clase trabajadora, las pequeñas ciudades y las zonas rurales.
El énfasis en el voto étnico, superficial y distorsionado, que aportan los colaboradores del Financial Times y del New York Times para justificar que la victoria de Ahmadineyad se debe al “robo de votos” es equiparable a la negativa deliberada de los medios de comunicación a reconocer una encuesta de opinión, rigurosa y de ámbito nacional, llevada a cabo por dos expertos estadounidenses tres semanas antes de las elecciones, que mostró que Mahmoud Ahmadineyad tenía a su favor un porcentaje de votos de dos a uno, más incluso que el obtenido en su victoria electoral del 12 de junio. La encuesta reveló que entre los azeríes Ahmadineyad superaba en una proporción de dos a uno a Musaví, demostrando así cómo los intereses de clase representados por uno de los candidatos pueden vencer la identificación étnica del otro candidato (Washington Post 15.6.2009).
El único grupo que apoyó decididamente a Musaví fue el de los estudiantes y licenciados universitarios, los comerciantes propietarios y la clase media alta. El voto de los jóvenes, que los medios occidentales presentaron como pro reformistas, fueron una clara minoría inferior al 30%, pero venían de un grupo privilegiado, conocedor de la lengua inglesa y con capacidad para hacerse oír, que gozó del monopolio de los medios occidentales. Su presencia abrumadora en las noticias de prensa occidentales creó lo que se ha calificado de síndrome del norte de Teherán, en referencia al confortable enclave de la clase alta de donde vienen muchos de estos estudiantes. Aunque sepan expresarse, vistan bien y hablen inglés correctamente, fueron vencidos con claridad en el secreto de la cabina de voto.
En general, Ahmadineyad obtuvo buenos resultados en las provincias petroleras y de la industria petroquímica, lo que podría ser un reflejo de la oposición de los trabajadores de esta industria al programa reformista, que incluye la privatización de empresas públicas. Del mismo modo, el presidente tuvo buenos resultados en las provincias fronterizas con su énfasis en el reforzamiento de la seguridad nacional ante las amenazas estadounidenses e israelíes, a la vista de una escalada de ataques terroristas patrocinados por Estados Unidos a partir de Pakistán, y de incursiones israelíes desde el Kurdistán iraquí, que han matado a docenas de ciudadanos iraníes. El patrocinio y la financiación masiva de los grupos que realizan estos ataques forma parte de la política oficial de EE UU desde el gobierno Bush, que no ha sido repudiada por el presidente Obama, al contrario, se han incrementado en el periodo previo a los comicios.
Lo que los comentadores occidentales y sus protegidos iraníes han ignorado es el fuerte impacto que las devastadoras guerras y ocupación de Iraq y Afganistán han tenido en la opinión pública iraní. La decidida postura de Mahmoud Ahmadineyad en materia de defensa contrasta con las adoptadas por muchos de los propagandistas de campaña de la ocupación, débiles y pro occidentales.
La gran mayoría de votantes de Ahmadineyad probablemente pensaron que los intereses de seguridad nacional, la integridad del país y el sistema de seguridad social, con todos sus defectos y excesos, estarían mejor defendidos y mejorarían con éste que con unos tecnócratas de clase alta apoyados por una juventud privilegiada pro occidental que anteponen los estilos de vida individuales a los valores comunitarios y la solidaridad.

La demografía de la votación revela una auténtica polarización de clase que ha enfrentado a un grupo de individualistas capitalistas de alto nivel de ingreso y orientación librecambista con una clase trabajadora de bajos ingresos, defensores de base de la economía moral en la que la usura y el beneficio están limitados por preceptos religiosos. Los abiertos ataques por parte de economistas de la oposición a los gastos sociales del gobierno, el crédito fácil y las altas subvenciones para los productos básicos de alimentación no han contribuido a congraciarlos con la mayoría de los iraníes que se benefician de dichos programas. Del Estado persiste la imagen de protector y benefactor de los trabajadores pobres contra el mercado, que representa la riqueza, el poder, el privilegio y la corrupción. Los ataques de la oposición contra la intransigente política exterior y posiciones que alienan a Occidente sólo fueron bien acogidos entre los estudiantes universitarios liberales y los grupos de negocios de importación y exportación. Para muchos iraníes, el rearme militar del régimen es visto como lo que impide un ataque estadounidense o israelí.
La escala del déficit electoral de la oposición debería indicarnos hasta qué punto está fuera de contacto con las preocupaciones vitales de su propia gente. Debería recordarles también que al acercarse a la opinión occidental se han alejado de los intereses cotidianos de seguridad, alojamiento, empleo y alimentos subvencionados que hacen la vida tolerable a los que viven por debajo del nivel de la clase media y fuera de las privilegiadas puertas de la Universidad de Teherán.
El éxito electoral de Ahmadineyad, visto en una perspectiva histórica comparada, no debería ser una sorpresa. En competiciones electorales similares en que se han enfrentado nacionalistas-populistas contra liberales pro occidentales, los populistas han ganado. Ejemplos del pasado serían Juan Domingo Perón, en Argentina, y, más recientemente, Hugo Chávez, en Venezuela, Evo Morales, en Bolivia, e incluso Lula da Silva, en Brasil, todos los cuales han demostrado su capacidad para conseguirse en torno o por encima del 60% de los votos en elecciones libres. Las mayorías votantes de estos países prefieren la seguridad social a los mercados sin trabas y la seguridad nacional al alineamiento con los imperios militares.
Las consecuencias de la victoria electoral de Mahmoud Ahmadineyad están abiertas a discusión. Estados Unidos puede sacar en conclusión que seguir apoyando a una minoría dotada de voz pero duramente derrotada tiene pocas perspectivas de conseguir concesiones en materia de enriquecimiento nuclear o de abandono del apoyo de Irán a Hezbolá y Hamás. Un enfoque realista sería abrir unas conversaciones amplias con Irán, y reconocer, tal como el senador John Kerry destacó recientemente, que el enriquecimiento de uranio no constituye una amenaza existencial para nadie. Este enfoque sería radicalmente diferente del de los sionistas estadounidenses instalados en el gobierno de Obama, que siguen la línea de Israel de promover una guerra preventiva con Irán y utilizar el espúreo argumento de que no hay negociación posible con un gobierno ilegítimo en Teherán, que ha robado las elecciones.
Acontecimientos recientes sugieren que los líderes políticos europeos, y algunos de Washington, no aceptan la argumentación de los medios sionistas de que ha habido elecciones robadas. La Casa Blanca no ha suspendido su oferta de negociaciones con el gobierno recién reelegido, pero se ha centrado en cambio en la represión de los opositores (y no en el recuento de votos). Del mismo modo, los 27 países que forman la Unión Europea han expresado su “seria preocupación por la violencia” y han instado a que “las aspiraciones del pueblo iraní se cumplan por medios pacíficos y se respete la libertad de expresión.” (Financial Times, 16.6.2009, p.4). Excepto Nicolas Sarkozy, ningún líder de la UE ha puesto en cuestión el resultado de los comicios.
El comodín en este epílogo de las elecciones es la respuesta israelí: Netanyahu ha indicado a sus seguidores sionistas estadounidenses que deben utilizar el timo del fraude electoral para ejercer una presión máxima sobre el gobierno de Obama para que ponga fin a todos sus planes de reunirse con el gobierno reelegido de Ahmadineyad.
Paradójicamente, los comentadores de Estados Unidos –de izquierda, derecha y centro– que se han tragado el timo del fraude electoral proporcionan, sin proponérselo, a Netanyahu y sus seguidores estadounidenses argumentos y mentiras: donde ven guerras religiosas, nosotros vemos lucha de clases; donde ven fraude electoral, vemos desestabilización imperial.
>http://www.voltairenet.org/article160702.html

domingo, 24 de mayo de 2009

El sujeto “Humano” es artificial





Dije en el libro Política de la ilusión:
“Si el componente biológico es respetado como tal aun en sus excreciones, tanto en el animal como en el humano, no es así posible con el producto de un “órgano” o músculo -según se estime- del cuerpo humano: el cerebro, la mente y su secreción: el muy “artificial” pensamiento.
Absolutamente abstracto, invisible, inasible, pero definitivamente inductivo, generador de alteraciones psicoquímicas y físicas, este “fantasmal” objeto es el resultado de un proceso que ningún otro organismo vivo realiza; es una excrecencia inexistente en la Naturaleza.
Tan es así que, paulatinamente, de “civilización en civilización”, ese pensar artificial del humano ha generado su creciente proyección no biológica. Hasta podríamos decir que el sujeto viene desarrollando una “política de la artificialización” progresiva de sí mismo. Sin que esto implique un juicio de valor.
Claro está que no todos los integrantes de la raza están en este proceso. Quizás algunos ya se hayan desplazado o lo hagan, inversamente, acompañando el sentido del animal, o del “lobo del hombre”. Otros indudablemente llevan adelante una serie de acciones potenciadoras de la artificialidad; por ejemplo, con implantes de dispositivos de tecnología avanzada en sus organismos. Sin olvidar la utilización accesoria de la tecnología en todos los ordenes de la existencia.

En este escenario, pensar en la violencia “humana” como algo derivado de lo animal, es sólo pensar en el comportamiento de una parte del total de la población y, a partir de esto, generalizar.
Da la sensación que, con el anclaje en lo animal, lo que se produce son “utopías retrospectivas: el resurgimiento de formas primarias o arcaicas de lo que en un sentido es una historia necrospectiva”.
Por otra parte, ¿se podría pensar en la “nulidad” de la violencia en su excesiva proyección mediática?
Claro que esto no debería ocultar la “virulencia” de los problemas políticos y socioeconómicos del presente; y el reflejo de las “pantallas” que produce una agresión soft, que “violenta” sin violencia explícita -ni consecuencias “físicas”- los paradigmas que la población debe abstraer y reprocesar para sus procesos de adaptación constante.
Noviembre 25, 2002

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“La historia (y la de las religiones aún más) ha estado permanentemente obsesionada por esa “categoría” Mal. Es que la historia no habla de la “naturaleza del hombre”, sino que narra los acontecimientos producidos por lo “artificial del hombre”. Mal es una categoría ajena a la naturaleza, sólo es propia del sujeto humano, en tanto que “hablante”.
El Mal no existe. Tampoco con minúsculas. ¿O entendemos banalmente como mal lo que “no hace bien”?
Diciembre 11, 2002

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…En este marco, “lo natural y lo artificial” se presentan conformando dos categorías:
A) sin lengua: “lo animal, vegetal y mineral”, e incluyamos lo astronómico.
B) con lengua: lo humano.
Es por esto que los primeros “no tienen pasado, presente y futuro”. Sin “habla” se está fuera del tiempo, lo “animal, vegetal, mineral” y astronómico no pueden nominarlo, no pueden dar nombre al tiempo.
Por lo mismo, al hablar del sujeto humano en este proceso de coerción del futuro, tampoco se hace referencia al “ser” como algo posible. “Son” seres, únicamente aquellos que no “inquieren”. Toda pregunta habla de un sujeto; por lo tanto, la cuestión “ser o no ser” es falaz. “Ser” ya es “no”, ya es “lo terminado”, ya “es”. Por tanto “ser” ha sido; “existió como ente”.
Enero 27, 2003

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He recordado estos párrafos en relación a una noticia que hace meses no “tiene prensa”: el proyecto informático Mylifebits. Siguen algunas precisiones sobre este y su relación con los deseos “inhumanos” del sujeto.

© Ricardo Duró
08.May.2009





“Todo en la Naturaleza es construir
para sobrevivir.
Todo en lo humano es inverso,
destruir hasta el agotamiento”.

Por Federico Kukso
“Por su nombre, MyLifeBits podría ser cualquier cosa… En realidad, se trata de un ampuloso proyecto informático de Microsoft que pretende rescatar todo lo posible del olvido: dirigido por el especialista en ciencias de la computación Gordon Bell, MyLifeBits (algo así como “fragmentos de mi vida”) se inclina a grabar y registrar todo lo que una persona hace, observa, escucha y lee en su vida de todos los días.
El conejillo de Indias del experimento en este caso es el propio Bell –un veterano de la revolución informática–, quien hace seis años decidió no olvidar. Y para lograr su objetivo de memoria total, cada vez que salta de la cama se encarga de abrochar nuevas prótesis a su cuerpo. Así, para grabar todo lo que ve se ata al cuello su “Sense-Cam”, algo así como una cámara de seguridad personal adosada al cuerpo cuyo sensor infrarrojo detecta el acercamiento de un objeto con cierta temperatura y lo fotografía a un ritmo de una imagen por minuto. En cambio, para registrar el audio de sus conversaciones o llamadas telefónicas se engrapa una diminuta grabadora al codo.

Recuerdos digitales
Exhaustivo como fastuoso, el experimento busca guardar absolutamente todo. Cada correo electrónico que envía o recibe, cada documento que tipea, cada chat en que se mete, cada conversación que tiene por Messenger, cada página web a la que entra, se guarda, se archiva, se clasifica en la nueva cibermemoria de Bell: un disco rígido. A esta altura el investigador de apellido telefónico puede decir que en seis años de MyLifeBits su vida se compone de 101 mil mails, 15 mil documentos de Word y PDF, 99 mil páginas web, 44 mil fotografías, 1300 videos y 5067 documentos de sonido.
El estado actual de la compresión de la información es tal que una vida de 65 años cabe en un terabyte (mil gigabytes o un millón de megabytes) a un ritmo diario de 100 e-mails (de 5kb cada uno), 100 páginas web (50Kb cada una), 5 páginas escaneadas (100Kb cada una), 1 libro cada diez días (1Mb cada uno), 10 fotos por día (400Kb JPG cada una), 8 horas diarias de sonido y 1 CD de 45 minutos cada diez días.
Así, MyLifeBits le saca el jugo al creciente poder de computación y de almacenaje de las nuevas computadoras que desembarcan en el mercado (en 1956 la producción de un gigabyte costaba 10 millones de dólares, mientras que el año pasado costaba un dólar). Si los cálculos no les fallan, los especialistas del Microsoft Research Lab estiman que a este ritmo dentro de un tiempo a una persona que llegue a los 83 años en promedio le bastará menos de un terabyte de memoria para archivar todas sus experiencias de vida en formato digital.
Mientras tanto, Bell está tan satisfecho con este acopio de información que cada vez que da una entrevista, además de declararse un enemigo del olvido, se despacha diciendo que es “la primera persona de la historia en vivir completamente sin papel”. Su obsesión es tal que cada día que pasa advierte un nuevo cambio en su personalidad y en sus gustos. Ocurre que, para este hombre de 75 años, lo que no se puede almacenar no existe: “Me niego por completo a poseer ningún libro en este momento; los consigo, los miro, a veces los leo. Pero luego los abandono porque no están en mi memoria. Para mí, casi han desaparecido”, se quejó una vez.

La memoria del mundo
El experimento de Bell en verdad se inserta en una serie mayor de proyectos conocidos como “lifelogging” o deseo de atesorar cada momento vivido, que se remonta a las investigaciones de Vannevar Bush que en 1945 publicó el ensayo “As We May Think”. Allí describía un dispositivo bautizado como “Memex” (diminutivo de “extensor de memoria”) para guardar en microfilm libros, expedientes y comunicaciones bajo un sistema mecanizado.
Otro antecedente más cercano de MyLifeBits es el ahora extinto “LifeLog”, proyecto pergeñado por la agencia gubernamental norteamericana Darpa (el alma mater de Internet), que pretendía acumular indiscriminadamente todo lo hecho y dicho en la vida cotidiana (desde las páginas web visitadas, el contenido de llamadas telefónicas y mails, libros y revistas leídos y la elección de canales de tv) para poder abstraer de todo eso preferencias y marcadores de intencionalidad en el público. Sin éxito ni gloria, fue cajoneado en 1994 por presiones de organizaciones defensoras de derechos civiles que veían en estos arremates infoabarcativos una intolerable invasión a la privacidad.
De una manera u otra, la idea rectora de MyLifeBits subyace en muchas de las ofertas informáticas de uso diario en Internet: blogs y fotologs dejaron de ser diarios íntimos catárticos para convertirse en vidrieras exhibidoras donde el usuario, además de decir “presente” (o “yo estuve ahí”), lleva registro de todos sus recorridos y actividades: desde pensamientos sueltos hechos bits a fotos de visitas a parques de diversiones, fiestas, viajes de egresados, etc. Ni hablar de sitios como YouTube, donde se suben miles de videos caseros por segundo o de la capacidad de las casillas de mails (como Gmail, de Google), que crece a tal velocidad que ya es muy raro borrar un correo electrónico. Ahora nada se desecha, todo se acumula.
Pero MyLifeBits no está ajena a los problemas y conflictos. Cada día que pasa a Bell le cuesta más hallar en esa maraña de datos acumulados el mail que ansía encontrar o la fotografía que desea ver y mostrar. Es más, Jim Gemell y Roger Lueder, ingenieros del proyecto, sospechan que MyLifeBits y los intentos de engañar a la memoria humana tal vez conduzcan a que en algún tiempo se vuelva completamente obsoleta. De hecho, Bell ya percibe cierta degradación de la habilidad de su cerebro para recordar con claridad nombres, fechas, direcciones y números de teléfono al dejar cotidianamente todo grabado en su gran almacén de datos o cerebro sustituto.
Pero a los investigadores de Microsoft eso mucho no les importa. “Las memorias digitales lo único que traerán son beneficios al informarnos cómo la gente piensa y siente”, comentaron. “Los científicos del futuro serán capaces de echar un vistazo a los procesos de pensamiento de sus predecesores y los historiadores podrán examinar el pasado con un grado de detalle sin precedentes”.
> http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-1689-2007-04-14.html
> http://www.neoteo.com/mylifebits-haz-un-backup-de-tu-vida.neo

sábado, 9 de mayo de 2009

Toda tiranía es amorosa

(Digresión sobre el cuerpo que no soy y la razón que no tengo)

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Cierro aquí, con máxima brevedad, De cuerpo “no somos”.

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Comenzaré con una mención a Jean Baudrillard y su ensayo respecto de “Las estrategias fatales”, en el que planta una aseveración reciclable en el ámbito de lo político, en el “espacio de gestión de lo Real”.
Baudrillard escribió “… podemos decir que con lo social ocurre lo mismo que con los sabores de la cocina americana. Gigantesca empresa de disuasión del gusto de los alimentos: su sabor está como aislado, expurgado y resintetizado bajo forma de salsas burlesca y artificiales”…

Entonces, digo...
Como con “lo social y los sabores”, en lo político la disuasión de lo ideológico ha mutado en “el bueno resintetizado”. El señor que promete una “política verde” es tan amigable como una feta de tomate orgánico en la hamburguesa prometida o el “ingrediente” del jabón diario con perfume a naturaleza. El “gusto” en lo político republicano y democrático es hoy la mostaza de un discurso ligado a las creencias y necesidades primarias, con adaptación “sustentablemente responsable”. Aquí las salsas artificiales son las pantomimas hiperrepetidas en las pantallas de televisión. Es donde Eric Laurent se me antoja “pasteurizado”, si bien acierta en definir que hay “más tecnología de la violencia”. Ya que podría decirse lo mismo de la Edad Media y sus “técnicas de muerte”.
En el afan de recuperar “lo social”, Laurent propone la creación de un “deporte del siglo XXI”. Existe, él mismo lo ha nominado: adicciones.
Aquí se une a lo dicho por Kolakowski en cierta “adicción” a la “razonable” obseción por establecer lo que está bien y lo que está mal.
Esto es tiranía: una “única imagen” que “cambia de rostro” (bueno a mala y viceversa). Es la tiranía amorosa de lo mismo, hacia el centro, desde la izquierda o desde la derecha. La razón como creencia de que “se tiene razón”. El cuerpo como origen y final de la existencia. Máxima tiranía amorosa, apego esencial que merece, por lo menos, oposición permanente.

© Ricardo Duró
08.May.2009